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Desde las urnas: Rodolfo Hernández y Gustavo Petro emiten sus votos

Rodolfo Hernández, un magnate de la construcción convertido en estrella de las redes sociales que se ha erigido como un candidato sorpresa en las elecciones presidenciales de Colombia, ha estado muy ausente de la vida pública en las últimas semanas.

Se ha negado a asistir a debates y no ha celebrado mítines, optando más bien por transmisiones en directo organizadas por su equipo de redes sociales.

Pero el domingo, cuando se abrieron las urnas, Hernández salió de un automóvil blanco en Bucaramanga, su ciudad natal, rodeado de guardaespaldas, y se encontró con una emocionada muchedumbre de votantes.

“¡Viva Rodolfo!”, gritaron sus simpatizantes, muchos empujándose para poder ver al candidato cuando entraba a su puesto de votación.

Hernández se abrió paso entre el grupo con una amplia sonrisa. Su oponente, Gustavo Petro, un senador de larga data y antiguo rebelde que intenta convertirse en el primer presidente de izquierda del país, votó a más de 400 kilómetros al sur, en la capital, Bogotá.

En Bucaramanga, la ciudad donde Hernández amasó su fortuna y fue alcalde, su candidatura ha creado un fervor político y un profundo orgullo regional entre los votantes que dicen creer que los representa.

Carlos Gamboa, un comerciante de 42 años, estaba entre el grupo de votantes que esperaban en la fila cuando Hernández llegó a votar.

“La gran mayoría de nosotros estamos con Rodolfo”, dijo, y añadió que no confiaba en Petro, en parte por el tiempo que el candidato fue miembro del grupo insurgente M-19.

Hernández se ha presentado con una plataforma anticorrupción, a pesar de haber sido procesado por cargos de corrupción, acusado de presionar a sus subordinados para que adjudicaran un contrato municipal a una empresa específica, un acuerdo que podría haber beneficiado a su hijo.

Ha dicho que es inocente.

En las urnas de Bucaramanga, muchos votantes no parecían preocupados por la acusación.

“Nadie que va a subir al poder acá va a estar limpio”, dijo Gilma Beserra, de 58 años, “Rodolfo es el menos corrupto”.

Seguidores de Gustavo Petro, un senador de izquierda que aspira a la presidencia, después de votar el día de las elecciones en Bogotá, Colombia, el domingo.Credit…Federico Rios para The New York Times

En Bogotá, el domingo por la mañana, Adriana Martínez, de 24 años, ya hacía fila a las puertas de una secundaria en el barrio de clase trabajadora de El Sosiego.

Acababa de terminar su turno de la noche como auxiliar de administración de salud y había ido directamente al lugar de votación en autobús.

Martínez dijo que apoyaba a Petro, y que en su decisión influyó en particular su elección de Francia Márquez para vicepresidenta, quien puede convertirse en la primera mujer negra en ser vicepresidenta del país.

Márquez es una activista medioambiental que salió de la pobreza para convertirse en un fenómeno nacional, y ha hablado durante la campaña sobre la raza, la clase y el género de una manera directa que rara vez se escucha en las más altas esferas de la política colombiana.

“Es una persona que viene de donde nosotros venimos”, dijo Martínez, “desde abajo, la pobreza, le tocaba luchar para estar donde está”.

Martínez dijo que daba poca importancia al argumento de que las políticas de Petro darían paso al mismo tipo de crisis económica, humanitaria y democrática que se ha producido en Venezuela.

En Colombia, “ya uno no tiene el dinero suficiente para comprar una papa. En ese sentido ya estamos en esa pobreza extrema”.

En el mismo lugar de votación, Ingrid Forrero, de 31 años, dijo que veía una división generacional en su comunidad, con los jóvenes apoyando a Petro y las generaciones mayores a favor de Hernández.

Su propia familia la llama la “guerrillerita” por su apoyo a Petro, a quien dijo preferir por sus políticas sobre la educación y la desigualdad salarial.

“La juventud está más inclinada hacia la revolución”, dijo, “hacia la izquierda, hacia un cambio”.

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