‘Cuero vegano’: el plástico que se vende como bueno para el planeta
Es suave. Es vegano. Es muy parecido al cuero.
También se fabrica a partir de combustibles fósiles.
Un auge en el uso de materiales baratos y derivados del petróleo ha transformado a la industria de la moda, con la ayuda de un exitoso cambio de imagen de los materiales sintéticos como el cuero de plástico (otrora conocido con el término menos halagador “cuero sintético”), que ahora se presenta como alternativas en onda como “cuero vegano”, una proeza publicitaria que pretende sugerir un valor ambiental.
Detrás de este esfuerzo existe un influyente sistema de clasificación que evalúa el impacto ambiental de todo tipo de telas y materiales. Este sistema, llamado el Índice Higg, fue presentado en 2011 por algunos de los minoristas y marcas de moda más importantes del mundo, liderados por Walmart y Patagonia, con el fin de medir y, a fin de cuentas, ayudar a mitigar la huella ambiental de las marcas, por ejemplo, al reducir el agua que se usa para fabricar las prendas y zapatos que venden, o controlar el uso de químicos nocivos.
Sin embargo, el Índice Higg también favorece por mucho a los materiales sintéticos derivados de combustibles fósiles más que a los de origen natural, como el algodón, la lana y el cuero. Ahora, esas clasificaciones son blanco de críticas de expertos independientes y representantes de industrias de fibra natural que afirman que el Índice Higg se está empleando para retratar el aumento de la utilización de sintéticos como algo deseable para el medioambiente, pese a los cuestionamientos en torno a los estragos que estos causan en el planeta.
“El índice justifica las decisiones que están tomando las empresas de moda al presentar a estos productos sintéticos como la opción más sustentable”, dijo Veronica Bates Kassatly, analista de la industria de la moda y crítica de las aseveraciones de sostenibilidad por parte de la industria. “Dicen: ‘Puedes seguir comprando hasta el cansancio porque todo viene de fuentes sustentables’”.
La Coalición de Ropa Sostenible (SAC, por su sigla en inglés), que administra el índice y cuyos miembros incluyen a casi 150 marcas, entre ellas H&M y Nike, así como a gigantes minoristas como Amazon y Target, declaró que el índice utiliza datos revisados por científicos y terceros.
“Este es el fruto de años de trabajo de recopilación y selección de los datos más actualizados y precisos disponibles”, afirmó Jeremy Lardeau, vicepresidente del Índice Higg en la coalición. “No insistimos para que las cifras de los sintéticos sean bajas. Solo recolectamos los datos en un solo lugar”.
Los críticos sostienen que algunos de los datos que respaldan el índice provienen de investigaciones financiadas por la industria de los productos sintéticos que no se han abierto del todo a la evaluación independiente. El alcance de otros de los estudios incorporados en el Índice Higg a veces es relativamente limitado, lo cual suscita preguntas sobre su aplicabilidad en toda la industria.
Por ejemplo, el índice clasifica al poliéster como uno de los materiales más sustentables del mundo, con base en datos sobre la producción de poliéster en Europa proporcionados por un grupo de la industria del plástico, aunque la mayoría del poliéster del mundo se fabrica en Asia, por lo general con una red eléctrica más contaminante y regida por normas ambientales menos estrictas. En el Índice Higg, la calificación del elastano, también conocido como licra o spandex, se basa en un estudio realizado por el que entonces era el mayor productor de elastano, Invista, una subsidiaria del conglomerado Koch Industries. (Invista vendió su negocio de licra en 2019).
El propio Índice Higg se creó más o menos hace una década, cuando los consumidores empezaban a enfocarse cada vez más en la sustentabilidad y las inquietudes respecto del medioambiente y el bienestar animal. Esto coincidió con los avances en las telas de fibra sintética que no solo eran económicas, sino que tenían nuevas características que los compradores buscaban, como mayor elasticidad o mejoras en la capacidad de absorber la transpiración.
Muchas de las marcas de ropa que fungen como miembros del directorio del grupo que supervisa el índice generan ganancias a partir de dos megatendencias de la moda que se beneficiaron directamente de los avances en los productos sintéticos como las siguientes: la moda rápida y el athleisure (ropa informal diseñada tanto para hacer ejercicio como para uso cotidiano). El gigante de la moda rápida H&M, por ejemplo, exhibe los que llama perfiles de sustentabilidad basados en el Índice Higg al lado de algunos de sus productos.
“Los miembros del Higg, muchos son marcas de moda rápida, y todos usan en su mayoría poliéster. Así que les conviene que este material tenga una mejor clasificación”, comentó Brett Mathews, editor jefe de Apparel Insider, una publicación enfocada en la industria con sede en Londres. Pero los datos utilizados son “muy deficientes”, sostuvo, y “el resultado neto es que el verdadero Índice Higg, que indica que cierta fibra es más sustentable que otra, es un engaño para los consumidores”.
La Coalición de Ropa Sostenible dijo que los datos de la empresa eran precisos y completos, y que se habían recabado de acuerdo con las normas del sector. Cualquier diferencia entre la producción de poliéster europea y la china sería pequeña en comparación con otras diferencias en la producción de los textiles, como el proceso de tejido de punto o el de la tela, dijo.
H&M, que forma parte de la junta directiva de la coalición, dijo que el índice se basaba en “información estandarizada y verificada de terceros”, y que la herramienta se estaba “desarrollando y mejorando continuamente”. Walmart dijo que el Índice Higg no era la única herramienta que utilizaba para mejorar la sostenibilidad de su ropa, y que seguía evaluando las capacidades del índice. Invista no respondió a una solicitud de comentarios.
El Índice Higg está a punto de convertirse en un estándar global de facto. Este año, en Europa, los formuladores de políticas están decididos a establecer normas sobre cómo las marcas fundamentan sus compromisos ambientales, y en Nueva York, un proyecto de ley busca responsabilizar a las marcas de moda por su influencia en el cambio climático. Las autoridades de la industria de la moda declararon que el Índice Higg podía usarse como un referente en ambos casos.
La industria de la moda ha estado bajo presión desde hace mucho para atender los efectos ambientales de sus productos y prácticas. Según cálculos de las Naciones Unidas, la industria es responsable de hasta el ocho por ciento de las emisiones mundiales del dióxido de carbono que calienta el planeta, más que todos los vuelos internacionales y el transporte marítimo combinados.
Claro que los materiales naturales, como el algodón, también conllevan costos ambientales. Los cultivos de algodón y seda consumen mucha agua y pueden implicar un alto uso de pesticidas. El cuero puede venir de ranchos bien administrados, o puede estar vinculado a actividades sumamente dañinas para el medioambiente. El año pasado, una investigación de The New York Times mostró cómo el cuero de ganaderías ligadas a la deforestación en la Amazonía estaba llegando a Estados Unidos para su uso en asientos de automóviles.
La producción de poliéster y otros materiales se ha triplicado desde el año 2000, a casi 60 millones de toneladas al año, según Textile Exchange, un grupo de la industria. La seda y la lana han disminuido en el mismo periodo, mientras que el algodón ha aumentado con más moderación.
Los productores de fibras naturales afirman que el Índice Higg ha retratado ese cambio como algo positivo para el medioambiente con base en datos cuestionables. Por ejemplo, la clasificación poco favorable de la seda en el índice se basa en un estudio de 2014 realizado por investigadores de Oxford con 100 productores de seda que dependen del riego en un solo estado de la India.
El investigador principal de ese estudio, Miguel F. Astudillo, dijo que no había sabido hasta hace poco que su trabajo había sido utilizado por el Índice Higg. Dijo que su estudio sobre la seda india, que se usa sobre todo en el ámbito nacional, no era representativo de la producción mundial. “Si leyeran el artículo y los resultados, sabrían que es una exageración emplearlo para evaluar la seda en general”, dijo Astudillo.
La Comisión Sericícola Internacional, que representa a 21 países productores de seda, presentó el año pasado una queja ante la Comisión Federal de Comercio en la que acusaba a las calificaciones de Higg de “crear un daño considerable a la industria de las fibras naturales” y pedía que el índice realizara un estudio más amplio de las prácticas de producción mundiales.
“Dicen que la seda es 30 veces peor que los productos sintéticos. ¿Alguien puede creer eso realmente?”, dijo Dileep Kumar, de la Comisión Sericícola Internacional.
En 2020, grupos de la industria del cuero de todo el mundo también pidieron a la Coalición de Ropa Sostenible que suspendiera su mala puntuación para el cuero, que según la industria se basaba en “datos desfasados, no representativos, inexactos e incompletos”.
El auge del cuero vegano, que suele estar fabricado con poliuretano, un tipo de plástico que tiene un Índice Higg más favorable, ha traído consecuencias imprevistas, dicen los responsables del sector. Aunque el cuero sea sustituido por productos sintéticos, los estadounidenses siguen comiendo mucha carne de vacuno, lo que significa que las pieles de esas reses sacrificadas no tienen dónde ir. En 2020, un récord de cinco millones de pieles, o alrededor del 15 por ciento de todos los disponibles, fue a los vertederos, según la Asociación de Cuero, Piel y Curtido de Estados Unidos, un grupo comercial con sede en Washington.
“Están tirando las pieles en los barriles de desechos”, dijo Ron Meek, un ex procesador de carne que ha estado ayudando a las plantas más pequeñas a sortear el descenso de la demanda de cuero.
Este año, la única representante de un grupo medioambiental en la junta directiva de la Coalición de Ropa Sostenible dimitió, alegando la falta de avances de la organización en materia de políticas medioambientales y climáticas, y no ha sido sustituida.
“Su enfoque ha estado rodeado de mucho secretismo. No es un sistema transparente”, dijo la ex integrante de la junta directiva, Linda Greer, que ahora asesora al Instituto de Asuntos Públicos y Medioambientales de China. “Esta industria, quizá más que cualquier otro sector, es muy dada a hablar, muy dada a la próxima cosa emocionante, casi como si fuera un desfile de moda, lo último de la temporada”.
En respuesta a las quejas, la coalición ha restado importancia a las comparaciones directas entre tejidos y ha dicho que está ayudando a las empresas a tomar decisiones más sostenibles dentro de las telas, y a elaborar puntuaciones específicas basadas en los productos que tengan en cuenta las prácticas de las fábricas y otras variables. También dijo que acogería con gusto la presentación de datos adicionales de las industrias de fibras naturales.
Sin embargo, algunos expertos se preguntan si el Higg refleja con exactitud otros factores, como las emisiones de metano, que calientan el planeta, procedentes de los combustibles fósiles de los que se derivan los plásticos, la cantidad de plástico no biodegradable que acaba en los vertederos o en las incineradoras, o los microplásticos que desprenden los tejidos y que ahora han sido detectados por los científicos en los océanos del mundo.
La coalición dijo que se estaba tratando de incorporar esta cuestión una vez que se dispusiera de mejores datos.
En definitiva, según los expertos, basarse en estudios con diferentes parámetros y supuestos es complicado. Un informe de 2019 de los Institutos de Investigación de Suecia concluyó que las diferencias entre productores podrían ser mucho mayores que las diferencias entre los tipos de fibra.
“El diablo está en los detalles”, dijo Sangwon Suh, un experto en evaluaciones del ciclo de vida en la Escuela Bren de Ciencia y Gestión Ambiental de la Universidad de California. “Es difícil hacer generalizaciones. ¿El algodón es de secano o se cultiva con agua de riego o subterránea? ¿Los materiales sintéticos a base de petróleo se producen en países con normativas estrictas?”.
Para los consumidores, todas estas variables hacen que sea difícil generalizar sobre si los materiales naturales o sintéticos son la opción más respetuosa con el medio ambiente, o evaluar las afirmaciones hechas por las marcas de ropa. Los expertos afirman que una de las pocas formas seguras de minimizar el impacto ambiental es simplemente comprar menos prendas y más duraderas.
La Coalición de Ropa Sostenible pone a disposición del público las clasificaciones del Índice Higg, pero el acceso total a los datos subyacentes se limita a las empresas que pagan una cuota.
Las empresas también pueden pagar una cuota para enviar nuevos datos a la coalición y obtener puntuaciones específicas.
El año pasado, por ejemplo, el Índice Higg dijo que había actualizado la calificación del cuero de JBS, el mayor envasador de carne del mundo y una de las empresas que la investigación del Times del año pasado descubrió que se abastecía de vacas vinculadas a la deforestación del Amazonas. La nueva evaluación específica de JBS califica el cuero producido por esta empresa como uno de los más sostenibles del mundo.
JBS dijo que había presentado un nuevo estudio para corregir los “análisis engañosos” de la coalición de la confección sobre el cuero. “JBS también pretende contribuir a elevar la calidad de la información técnica disponible sobre el cuero, beneficiando a todo el sector”, dijo la empresa.
Gregory Norris, que imparte una materia sobre el análisis del ciclo de vida en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard y realizó una revisión de la metodología del Índice Higg en 2016, declaró que muchas de las inquietudes expresadas por los críticos eran válidas. Pero que el índice seguía representando “un cúmulo de trabajo muy valioso”, afirmó. “Pudieron haber esperado, pero hay que darles crédito por haber indagado y desarrollado algo con los datos disponibles en la actualidad”, expresó.
No obstante, se podrían hacer mejoras, señaló. Por ejemplo, los datos de la industria podrían verificarse cada cierto tiempo con controles aleatorios e independientes. “Hay un problema de escasez de escrutinio que debe resolverse cuanto antes”, concluyó.
Hiroko Tabuchi es una periodista de investigación que trabaja en la sección Clima. Formó parte del equipo del Times que fue galardonado con un premio Pulitzer en 2013 por sus reportajes de profundidad.@HirokoTabuchi•Facebook